Que me corten la lengua

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Doll Story.

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Estos días he ojeado varios artículos en la prensa internacional relacionados con la comercialización de las realistas muñecas de silicona a tamaño natural. Por unanimidad aseguran que cuando la tecnología permita que éstas puedan mantener una conversación medianamente inteligente y, a la vez, sean capaces de fingir un orgasmo, entonces se convertirán en un popularísimo producto de consumo. De lo cual deduzco que si las muñecas actuales no se venden bien es porque el cliente medio es muy exigente respecto a las capacidades intelectuales y sensuales de sus compañeras. En cambio me consta que hay un buen porcentaje de mujeres que no tienen orgasmos y que ni siquiera son capaces de fingirlos. Sus amantes, novios o esposos no deberían de tener excusa para no comprar las bellísimas muñecas mudas. ¿Tan poca cosa es necesaria para que los sucedáneos de mujer sean equiparados a las mujeres de carne y hueso?

Acorralando la lógica en sus ultimas trincheras, se podría deducir que para que un hombre encuentre atractiva a una mujer, bastaría con que esta exteriorizara o, en el peor de los casos, fingiera sus orgasmos y que fuera capaz de mantener una conversación, como mínimo,  del nivel de una rudimentaria I.A. (inteligencia artificial). Y ya conocemos todos el nivel al que bucean este tipo de conversaciones cibernéticas. Si sólo fuese cuestión de intelecto, parece que contentar a un hombre debería de estar al alcance de cualquier mujer; de no ser que… De no ser que lo más importante en realidad no sea el intelecto. Echen un vistazo a esta web de uno de los fabricantes de muñecas mas reputados y pienso que el siempre astuto y subestimado lector comprenderá por qué estas muñecas serían simplemente perfectas si sólo hablaran, aunque fuese un poquito, y fingieran sus orgasmos, aunque fuese toscamente. La belleza siempre ha sido un poderoso atenuante:

Doll-Story

http://www.dollstory.eu/dollstory.aspx?lang=ES

Written by quemecortenlalengua

abril 27, 2010 a 16 h 05 min

Publicado en Opinión

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